El 8 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Dislexia, un evento que busca concienciar sobre uno de los trastornos de aprendizaje más comunes que afecta a niños en edad escolar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la dislexia impacta aproximadamente al 10% de la población mundial, y su reconocimiento oficial fue impulsado por la Asociación Europea de Dislexia y diversas asociaciones de familias con dislexia.
La dislexia, un trastorno neurobiológico y hereditario, se manifiesta principalmente en dificultades de lectura y escritura, afectando el rendimiento académico de los niños y adolescentes, así como el desempeño laboral en adultos. Las cifras indican que entre el 3% y el 6% de la población infantil, especialmente niños de entre 7 y 9 años, presenta este trastorno, que es más común en ellos que en ellas.
Las características de la dislexia incluyen dificultades en la lectura y escritura fluida, comprensión limitada, léxico restringido, deficiencias en la memoria de corto plazo, y problemas con la coordinación psicomotriz, entre otros. Se identifican tres tipos de dislexia: fonológica, superficial y mixta o profunda, cada una con sus propias particularidades.
Lorena Ré, delegada para Chaco de la Organización Internacional Dislexia y Familia (DISFAM Argentina), charló con Radio Facundo Quiroga en el marco de la fecha. "Se trata de un trastorno específico de aprendizaje de la lectoescritura más habitual en las aulas, no tiene que ver con la inteligencia. A menor edad en la que se identifiquen los síntomas, es mejor. A partir de los 4 años uno comienza a ver pequeñas alertas como el deletreo, la pronunciación de la erre y otros. Es una cuestión del fonema y el grafema, donde se escribe el sonido. Cuando comienzan a leer, hay una sectorización de las letras y las sílabas", explicó.
El impacto de la dislexia no se limita a lo académico; puede provocar deserción escolar, episodios de depresión, ansiedad, bullying, baja autoestima y trastornos alimenticios. Para abordar este trastorno, es fundamental contar con un equipo multidisciplinario que incluya neuropsicólogos, oftalmólogos, otorrinolaringólogos, neurólogos, logopedas, pediatras y especialistas en desarrollo.
El apoyo familiar es esencial en el tratamiento de la dislexia. Se recomienda promover las fortalezas del niño, explicar que la dislexia no es un reflejo de su inteligencia, crear un ambiente de estudio organizado y tranquilo, y mantener una comunicación constante con los maestros. Además, buscar ayuda especializada y grupos de apoyo puede ser de gran beneficio para los niños y adolescentes que enfrentan este desafío.