Desde que Elon Musk adquirió Twitter y la bautizó X, la red social que supo ser apreciada por su capacidad de influencia y apertura al debate entre usuarios con diferentes posiciones ideológicas, transformó su dinámica.
La polarización política que excede y a la vez se potencia en el espacio virtual, extremó los mensajes de odio. Y ahora, quienes colocan su lupa en la comunicación vía plataformas aseguran que se volvió un ambiente tóxico, que promueve la desinformación e ideas misóginas y racistas.
En este marco, emergen nuevas redes que podrían dar competencia al atraer cada vez más usuarios. Es el caso Bluesky, que a diario suma cerca de un millón de nuevas cuentas y que parece captar a los migrantes que, hastiados de la exTwitter, se marchan en busca de experiencias más amables.