Lo que a simple vista parece una señal de desorden en el hogar podría esconder un mecanismo de organización funcional y adaptado a la vida moderna. La costumbre de dejar ropa sobre una silla, lejos de ser solo una muestra de dejadez, es interpretada por especialistas en psicología y comportamiento como una estrategia temporal que combina indecisión, rutina, identidad y bienestar emocional.
Joseph Ferrari, psicólogo de la Universidad DePaul, explicó a The Washington Post que este hábito refleja el “ciclo de la indecisión”, donde la ropa acumulada simboliza tareas pendientes: decisiones inconclusas que se mantienen a la vista como recordatorios. La silla, en este sentido, funciona como una especie de tablero de control hogareño, sin necesariamente implicar desorganización total.
Sally Augustin, experta en neurociencia ambiental, sostiene que limitar el desorden a un solo espacio puede generar sensación de control. Reunir las prendas en una silla o banco es una forma de contener el caos y reducir la ansiedad, aunque advierte que esta solución debe ser transitoria: si se convierte en norma, puede generar más problemas que alivios.
Desde una perspectiva emocional, la psicóloga Emma Kenny resalta que la acumulación de ropa también puede estar vinculada al apego por ciertas prendas, ya sea por nostalgia o por identidad. Esta dificultad para desprenderse de ropa no responde solo a la pereza, sino también al deseo de conservar partes del pasado y sostener una imagen personal frente a la vorágine cotidiana.
Diseñadores de interiores como Christopher Boutlier y especialistas en organización como Patric Richardson coinciden en que este hábito puede tener beneficios prácticos si se mantiene bajo control. Sirve como sistema de transición entre tareas, evita lavados innecesarios y se adapta a rutinas exigentes. En definitiva, lo que parece caos puede ser, en realidad, un modo eficiente –y muy humano– de equilibrar orden y funcionalidad.