Hay escenas que definen una película, escenas que se convierten en el centro de una historia, que se vuelven inolvidables. Su impacto hace que nos acordemos qué pasó por nuestro cuerpo en el momento en que las vimos por primera vez, y cuando las revemos (siempre se las vuelve a ver) nos sorprenden de nuevo, y les seguimos encontrando detalles y elementos que se nos habían escapado. La ausencia del impacto inicial no las deteriora.
La escena del interrogatorio de Bajos instintos (Basic Instincts) fue inolvidable para una generación. Y, acaso, ostente un récord singular: el de ser la escena más pausada en la historia del VHS. Tal vez el inventor de la función cuadro por cuadro tenía en mente a Catherine Trammell, el personaje de Sharon Stone, cuando desarrolló su técnica. Para fijar esa imagen, para eternizar esos pocos segundos.
En 1992, año del estreno de Bajos instintos, Sharon Stone tenía 34 años y llevaba una década tratando de hacerse notar en Hollywood. Había participado en una decena de películas pero sin llegar a protagonizar. Aprovechó su oportunidad cuando le tocó un buen papel en El vengador del futuro de Paul Verhoeven quien dirigiría también Bajos instintos.
Stone fue la candidata número trece para el papel de la sensual y peligrosa Catherine Trammel. Julia Roberts, Michelle Pfeiffer, Kim Basinger, Meg Ryan, Geena Davis y Demi Moore, entre otras, declinaron la oferta para protagonizar. Era un papel riesgoso, de demasiada exposición. Cuando alguna de estas superestrellas le preguntó al holandés Verhoeven si filmaría el guión tal como estaba escrito, con ese alto nivel de erotismo, él respondía impasible: “No, pienso hacerlo mucho más fuerte todavía”. Las actrices huían.
Verhoeven tenía en su cabeza un film fuerte, que impactara, altamente sexual. Uno de sus objetivos era que la suya fuera la primera película mainstream en mostrar una erección. Eso, sabemos, no lo logró. El director holandés sabía lo que quería de su protagonista femenina y sabía que en un medio como Hollywood lo iba a conseguir.
Sharon Stone obtuvo la chance de una audición urdiendo un pequeño engaño. Pero en el momento de hacer la prueba ante cámara no se guardó nada. Sabía que era la oportunidad de su vida. Un par de años atrás, Sharon subió a su cuenta de Twitter un minuto de aquel momento. La vemos en un primer plano, despeinada, ella, su voz, la sonrisa maliciosa, una copa y un cigarrillo. Luego de ese minuto era imposible no darle el papel. Hay electricidad y vértigo en esos ojos y en esa boca.