Cada 6 de julio se celebra el Día Internacional del Beso Robado, una efeméride curiosa que, aunque tiene un origen difuso, remite a una antigua tradición británica del siglo XIX. En los últimos años, esta fecha se popularizó en todo el mundo y se transformó en una excusa para hablar sobre el afecto espontáneo, el consentimiento y las formas del amor en tiempos actuales.
A diferencia del Día Internacional del Beso —que se conmemora cada 13 de abril—, el del beso robado se asocia más a una acción impulsiva, cargada de deseo y atrevimiento. No obstante, en la actualidad, esa espontaneidad se enfrenta a un debate ineludible: el del consentimiento. Desde organizaciones como Amnistía Internacional se insiste en que cualquier gesto afectivo o sexual debe estar basado en la voluntad libre y entusiasta de todas las partes involucradas. “Consentir una vez no significa consentir para siempre”, recuerdan desde la entidad, que propone detenerse y preguntar ante la duda.
En redes sociales y medios de todo el mundo, este día suele revivir la imagen icónica tomada por Alfred Eisenstaedt en Times Square, durante el fin de la Segunda Guerra Mundial: un marinero norteamericano besando a una enfermera en plena celebración. Aunque considerada por muchos como el beso robado más famoso de la historia, hoy esa foto también es leída con otros ojos, cuestionando si hubo o no consentimiento por parte de la mujer.

En paralelo a este debate social, el Día del Beso Robado también permite destacar los múltiples beneficios que los besos tienen para la salud: reducen la presión arterial, alivian el estrés, queman calorías, aumentan la producción de endorfinas y hasta ayudan a combatir el dolor físico.
El festejo tomó un color especial en Argentina con el divertido episodio entre el entrenador Lionel Scaloni y Mario De Stéfano, histórico utilero de la Selección Argentina. Tras la clasificación a semifinales de la Copa América, Marito no contuvo la emoción y le plantó un beso en la boca al técnico: “Dame un beso”, le dijo mientras le tomaba la cara. Consultado luego en conferencia, Scaloni respondió entre risas: “No me di cuenta dónde me dio el beso... Es un amigo, un tipo entrañable. Estaba muy contento”. Y con humor agregó: “No fue consentido”.