Silencios incómodos: el 70% de los argentinos no lo aguanta, ¿en qué situación?

10 de mayo 2025, 16:00hs

Argentina se destaca como un país verborrágico, sociable y entusiasta, donde la palabra circula con agilidad, incluso para llenar vacíos con comentarios casuales. Sin embargo, en este contexto, el silencio puede sentirse casi sospechoso. Un estudio reciente de la plataforma Preply reveló que, en Argentina, la incomodidad se instala tras apenas 6,5 segundos de mutismo. Esta baja tolerancia nos ubica justo detrás de Brasil, que lidera la lista con solo 5,5 segundos de tolerancia antes de sentirse incómodos, reflejando una idiosincrasia compartida entre ambas naciones como culturas expresivas y cálidas que valoran la charla y el contacto permanente. Países como Brasil, Italia, Colombia, Estados Unidos y Hong Kong también encabezan la lista de culturas pocas amigas del silencio, a diferencia de muchas culturas asiáticas donde las pausas son sinónimo de respeto o contemplación.

Según el informe, ciertas situaciones disparan especialmente esta incomodidad. Los ascensores encabezan el ranking para los argentinos con un 76% de menciones, donde temas como el pronóstico del tiempo son comunes para romper el hielo. El segundo puesto, con un 72%, lo comparten situaciones tan dispares como las primeras citas (donde la presión por causar una buena impresión genera incertidumbre) y los funerales —donde el ambiente solemne dificulta encontrar las palabras adecuadas—. Otros momentos tensos incluyen las rupturas amorosas (72%), conversaciones casuales con desconocidos (68%), y situaciones de conflicto (64%), extendiéndose a charlas con la pareja, reuniones de trabajo, discusiones grupales y familiares.

La incomodidad varía según con quién estamos y nuestra demografía. Los desconocidos son quienes más incomodidad generan en silencio (56%), seguidos por jefes/superiores (39%) y familiares lejanos o suegros (27%). En contraste, el silencio con amigos cercanos o familiares íntimos rara vez molesta. Además, la Generación Z (18-25 años) es la que más sufre el silencio, temiendo pausas en las primeras citas significativamente más que los baby boomers. En la pareja, los hombres se sienten más afectados por el mutismo (21% vs 12% de las mujeres), lo que sugiere cómo los jóvenes, criados hiperconectados, sienten mayor presión por mantener la conversación, percibiendo el silencio como un fallo o debilidad.

El silencio en la pareja es uno de los "fantasmas" más temidos y un disparador común de discusiones. Preguntas como "¿Por qué no hablás?" son frecuentes ante el mutismo del otro. Si bien el silencio constante, especialmente fuera del hogar o en momentos clave como una cena, puede ser una señal de algo latente o confesiones postergadas, los expertos señalan que no siempre indica conflicto. Depende mucho del lenguaje corporal de aceptación o cariño que acompañe el silencio, y del estilo comunicacional habitual de la pareja. La psicóloga Beatriz Goldberg señala que el celular se convirtió en un aliado para muchos para evitar o llenar estos silencios, aunque paradójicamente, también contribuye a ellos.

Sin embargo, especialistas como la psicóloga Romina Halbwirth ofrecen una perspectiva diferente: el silencio no es un error o un vacío, sino un "umbral", un "terreno fértil" que puede llevar a comprensiones profundas si se permite habitarlo. A menudo, lo que nos incomoda no es el silencio en sí, sino "lo que proyectamos en él". En culturas como la japonesa, las pausas se valoran como respeto y reflexión, mientras en Occidente se asocian a tensión o desconexión. La psicóloga Halbwirth destaca que a veces el silencio exterior esconde "ruido interno", lleno de miedos e inseguridades, llevando a callar por temor en lugar de reflexión. Aprender a tolerarlo significa "resignificar la incomodidad", escuchar sin interrumpir y estar sin necesidad de llenar todos los espacios. El silencio puede ser un espacio para encontrarse, un acto de presencia plena, y a veces, "lo más humano que podemos ofrecer".

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