La historia de la fotógrafa que en la Segunda Guerra Mundial utilizó la bañera de Hitler

28 de abril 2025, 17:24hs

Elizabeth Lee Miller nació en Nueva York el 23 de abril de 1907. Fue una figura fascinante cuya vida transitó desde el mundo de la moda hasta la cruda realidad de la guerra. Se convertiría en una icónica fotógrafa, autora de imágenes impactantes y protagonista de una de las fotos más simbólicas del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Desde niña, su relación con la fotografía fue compleja. Aprendió con su padre, quien la usaba como modelo en ensayos con técnica estereoscópica, buscando "arrancarle una feminidad exacerbada". A los 7 años, sufrió un abuso por parte de un amigo de la familia que le causó un trauma físico y emocional. Sus padres no denunciaron, y ella volcó los efectos en la escuela, siendo expulsada varias veces.

Decidida a dejar ese "infierno", viajó a París. Al regresar a Nueva York, un encuentro con Condé Nast la llevó a ser tapa de Vogue, convirtiéndose en una modelo muy solicitada. Tras un escándalo por el uso no autorizado de una foto para publicidad de higiene menstrual, regresó a Europa. Allí, se sumó a la movida surrealista con Man Ray, de quien fue aprendiz, amante, modelo y con quien desarrolló técnicas como la solarización, colaborando también con artistas como Picasso.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial marcó otro giro radical: se convirtió en corresponsal de guerra para la revista Vogue. Esta ocupación, dominada por hombres, la llevó a registrar los bombardeos en Londres y, tras acreditarse con el ejército de EE. UU., a acompañar a las tropas aliadas en su avance por Europa junto a David E. Scherman. Documentó las batallas y, crucialmente, fotografió la liberación de campos de concentración como Dachau, registrando las atroces condiciones.

En los últimos días de la guerra, llegó a Múnich con Scherman. Allí, se tomó la histórica foto desnuda en la bañera del departamento de Adolf Hitler, con un retrato del führer y sus botas embarradas de Dachau al lado, un potente símbolo del fin. Aunque continuó fotografiando la posguerra, Lee Miller sufrió secuelas traumáticas que nunca pudo superar, agravadas por la adicción al alcohol. Falleció a los 70 años en 1977, dejando un legado como una figura legendaria de la fotografía.

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