El 24 de noviembre de 2010, la entonces Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, firmó el decreto 1800/10 a través del cual se declaró al vino como la “Bebida Nacional”. Esto motivó un recordado acto junto a gobernadores de Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, Neuquén y Río Negro, que son los lugares de producción vitivinícola por excelencia.
Esto también fue muy celebrado por los empresarios bodegueros, personalidades de la cultura y el arte. El entonces presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina, ingeniero José Molina, hizo referencia a la importancia del vino en la conformación de la identidad argentina, destacando la gran diversidad en la vitivinicultura argentina donde se da una amplia propuesta en términos de cepas, estilos de vinos y una geografía vitivinícola que se extiende desde Salta hasta la Patagonia, con casi 230.000 hectáreas cultivadas. Este reconocimiento del vino como bebida representativa de la Argentina fue también el resultado de muchas gestiones del Fondo Vitivinícola de Mendoza y de la Corporación Vitivinícola Argentina.