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"Voy a dormir", los últimos versos de Alfonsina Storni antes de que la abrazara el mar

24/10/2020 - 9:10

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El 25 de octubre de 1938 el mar se llevaría a una de las mujeres más impactantes de la cultura argentina. Alfonsina Storni decidía terminar con su vida, no sin antes regalar al mundo una última obra.

Nacida en Sala Capriasca, Suiza, Alfonsina acuñó letras en prosa y obras teatrales, pero sin dudas la poesía fue su máxima fuente de inspiración y de desahogo para sus pesares. Esa relación con la literatura comenzó temprano: a los 10 años ya había escrito su primer poema de tinte triste, oscuro, en el que la muerte y el cementerio eran protagonistas.

Entre las amistades que se tejían en la Buenos Aires de principios del Siglo XX, la relación entre Alfonsina y Quiroga hoy hubiese generado más de un programa dedicado a los chimentos. “Cuenta Norah Lange que en una de sus reuniones, a las que iban todos los escritores de la época, jugaron una tarde a las prendas. El juego consistió en que Alfonsina y Horacio besaran al mismo tiempo las caras de un reloj de cadena, sostenido por Horacio. Este, en un rápido ademán, escamoteó el reloj precisamente en el momento en que Alfonsina aproximaba a él sus labios, y todo terminó en un beso. Quiroga la nombra frecuentemente en sus cartas, sobre todo entre los años 1919 y 1922. Pero cuando Quiroga resuelve irse a Misiones en 1925, Alfonsina no lo acompaña. Quiroga le pide que se vaya con él y ella, indecisa, consulta con su amigo el pintor Benito Quinquela Martín. Aquel, hombre ordenado y sedentario, le dice: ‘¿Con ese loco? ¡No!”, revela una biografía de Storni.

Su prosa avanzaba, se reinventaba. En 1925, Ocre, su nuevo libro, marcó un cambio decisivo en su poesía. Por entonces dictaba clases de Lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas, lo que habría incidido en su escritura, sumado a la muerte de su gran amigo José Ingenieros. Los atisbos de soledad invadieron a Alfonsina, que tiempo después recibió en su casa a la chilena Gabriela Mistral, quien quedó muy impactada por su personalidad.

Luego vino una etapa marcada por el activismo: participó de la creación de la Sociedad Argentina de Escritores y en el gremialismo literario de manera intensa. Siguieron reiterados viajes a España. Posteriormente publicó dos nuevas obras, mientras colaboraba en el diario Crítica y en La Nación. El 20 de mayo de 1935 Storni fue operada de un cáncer de mama; su salud comenzaba a jugarle malas pasadas. Las dolencias de su cuerpo fueron agravadas por la muerte del hombre con quien tuvo una relación especial. Horacio Quiroga se quitó la vida. Ella le dedicó unos versos que quizás anticipaban su propio final: “Morir como tú, Horacio, en tus cabales/ Y así como en tus cuentos, no está mal/ Un rayo a tiempo y se acabó la feria…/ Allá dirán./ Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte/ Que a las espaldas va/ Bebiste bien, que luego sonreías…/Allá dirán”.

El 23 de octubre de 1938 viajó a Mar del Plata y se quedó sola en un hotel frente a la playa La Perla. El martes 25 de octubre, Alfonsina salió hacia la playa. Nadie la vio, pero las hipótesis sobre su muerte aseguran que caminó lentamente hacia el mar y que se hundió en las frías aguas. Fueron dos obreros quienes, horas después, descubrieron el cuerpo sin vida de la escritora.  Su hijo se enteró por la radio.

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