En el Día Mundial de la Diversidad Biológica, una investigación internacional publicada en la revista Nature advirtió que las actividades humanas están generando un impacto mucho mayor del previsto sobre la vegetación a nivel global. Incluso en áreas protegidas, las especies potenciales que deberían estar presentes han desaparecido, dando lugar a lo que los científicos denominan “diversidad oscura”.
Este concepto se refiere a aquellas especies que, aunque podrían habitar naturalmente ciertos ecosistemas, ya no están allí debido a factores como la fragmentación del hábitat, la contaminación, el sobrepastoreo o la expansión de la frontera agrícola. Así lo explicó a Infobae la bióloga argentina Melisa Giorgis, del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), quien participó del estudio junto a otros dos investigadores locales.
La investigación, desarrollada durante cinco años por más de 200 científicos de la red DarkDivNet, evaluó 5.500 sitios en 119 regiones del mundo. La Argentina fue representada con sitios en Córdoba y Santa Cruz. Al comparar la diversidad vegetal esperada con la realmente presente, se observó que en regiones con alto impacto humano solo el 20% de las especies potenciales están presentes, frente al 35% en zonas con bajo impacto.
“El índice de completitud comunitaria permite ver lo que los indicadores clásicos no muestran: ecosistemas que aparentan estar bien, pero que han perdido una parte clave de su biodiversidad”, señaló Giorgis. Según el estudio, esta métrica debería incorporarse en las políticas públicas para evaluar correctamente el estado de los ecosistemas.
Los autores del trabajo advirtieron que conservar el 30% del territorio global, como propone el Marco Mundial Kumming-Montreal, no será suficiente si no se consideran también las especies ausentes. Recomiendan medidas de restauración como la reconexión de fragmentos de vegetación y la disminución de la presión humana.
“En la diversidad oscura hay una posibilidad de recuperación”, afirmó Lucas Enrico, otro de los autores argentinos. “No se trata solo de medir el daño: también se puede actuar para revertirlo y restaurar la biodiversidad perdida”, agregó.