La experta en restauración de ecosistemas y directora ejecutiva de Rewilding Argentina, Sofía Heinonen, advierte que la destrucción del algarrobo en el Gran Chaco Americano podría convertir la región en un desierto. En los últimos 38 años, se han perdido 14 millones de hectáreas del Gran Chaco, equivalente a dos veces el territorio de Formosa. La tala indiscriminada de árboles, especialmente del algarrobo, es un problema grave que requiere atención inmediata.
El algarrobo, denominado "el árbol de la vida" para los argentinos, tiene un rol crucial en el ecosistema. Este árbol de ribera, que crece lentamente durante 300 a 400 años, fija el nitrógeno al suelo, mejorando su fertilidad. La bióloga señala que la explotación del algarrobo se intensificó al descubrirse que no necesitaba secado, lo que llevó a una tala masiva. Esta situación es similar a lo que ocurrió con el quebracho colorado, cuya madera fue utilizada para la construcción de vías férreas.
La situación actual es crítica, con camiones cargados de palo santo, quebrachos y algarrobos con destino a China. La explotación de estos árboles, particularmente el palo santo, amenaza con convertir el suelo en un desierto. Si el algarrobo desaparece, el ecosistema se verá gravemente afectado, con consecuencias devastadoras para la flora y fauna local.
Para revertir esta situación, es fundamental implementar leyes que prohíban la tala indiscriminada de árboles. La reintroducción de animales como tortugas y aves es esencial, ya que contribuyen a la dispersión de semillas y al cultivo natural del suelo. La recuperación del algarrobo es clave para la supervivencia del ecosistema y el regreso de la vida, incluyendo al yaguareté.