Cada 10 de julio se celebra en Argentina el Día del Comerciante, una jornada para reconocer a quienes, desde pequeños negocios hasta grandes empresas, sostienen con su trabajo el movimiento económico del país. Pero, ¿por qué se eligió esta fecha en particular?
La conmemoración se remonta al 10 de julio de 1854, cuando se fundó la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, una institución clave para el desarrollo del comercio y las finanzas argentinas. Con el tiempo, esta fecha quedó establecida como un homenaje a todos los comerciantes, verdaderos motores del intercambio de bienes y servicios.
La Bolsa de Comercio fue mucho más que un espacio de operaciones bursátiles: representó una etapa de organización y modernización en la economía nacional. Su primer edificio se inauguró en 1862, en una propiedad que había pertenecido a la familia de José de San Martín, y desde 1916 funciona en su actual sede del microcentro porteño.
Un 10 de julio, pero de 1866, también se fundó la Sociedad Rural Argentina, otra institución clave para el desarrollo productivo del país. Ambas entidades marcaron un punto de inflexión en la historia económica nacional.
No obstante, la tradición comercial argentina tiene raíces aún más profundas: desde el libre comercio con España en 1777, pasando por la creación del Consulado de Buenos Aires en 1794 y la Bolsa Mercantil en 1821, el país construyó una sólida cultura mercantil.
Es importante diferenciar esta celebración del Día del Empleado de Comercio, que se conmemora cada 26 de septiembre. Mientras esa fecha reconoce a quienes trabajan en el sector, el 10 de julio está dedicado a los comerciantes y emprendedores que, con su esfuerzo diario, sostienen el entramado comercial del país.
