Cada 10 de febrero se celebra el Día Mundial de las Legumbres, una efeméride instaurada en 2018 por la ONU y la FAO para resaltar la importancia de estos alimentos en la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible. La iniciativa surgió tras el éxito del Año Internacional de las Legumbres en 2016, cuando estos granos comenzaron a ganar mayor protagonismo en la dieta global.
Las legumbres, como frijoles, arvejas y garbanzos, son cultivos esenciales para la alimentación debido a su alto valor nutritivo. Son ricas en proteínas, bajas en grasa y aportan fibra, lo que ayuda a reducir el colesterol, regular el azúcar en sangre y prevenir enfermedades como la diabetes y problemas cardiovasculares. Además, su inclusión en la dieta es clave para combatir la obesidad.
A nivel agrícola, estos cultivos favorecen la seguridad alimentaria, ya que suelen tener cosechas abundantes que pueden ser tanto vendidas como consumidas por los productores. Además, fijan nitrógeno en el suelo, lo que mejora su calidad de forma natural y reduce la necesidad de fertilizantes químicos.
Otro de sus grandes beneficios es su impacto positivo en el medioambiente. Al mejorar la fertilidad del suelo sin necesidad de productos químicos, las legumbres contribuyen a la reducción de gases de efecto invernadero y ayudan a mitigar el cambio climático.