Cada 18 de mayo Argentina celebra el Día de la Escarapela, un símbolo patrio fundamental que representa la identidad nacional y juega un papel importante en la educación de los niños en las escuelas primarias. Esta insignia, solicitada por el General Manuel Belgrano en 1812, buscaba unificar los colores del ejército patriota para distinguirlo claramente de los enemigos y fomentar el espíritu nacional.
El pedido original de Belgrano fue realizado el 13 de febrero de 1812 y el 18 de febrero el Primer Triunvirato reconoció oficialmente la Escarapela Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata con los colores blanco y celeste. El rojo fue omitido para evitar confusiones con los colores realistas. Desde entonces, la escarapela se ha convertido en un símbolo presente en diversas conmemoraciones patrias, como la Semana de Mayo, el Día de la Bandera y el Día de la Independencia.
La celebración oficial del Día de la Escarapela en las escuelas comenzó en 1941, gracias al impulso de educadores como Carmen Cabrera y los profesores Benito Favre y Antonio Ardissono, quienes promovieron que los niños argentinos lucieran este símbolo nacional. Aunque inicialmente se propuso el 20 de mayo, finalmente se estableció el 18 de mayo como fecha oficial, con la directiva del Consejo Nacional de Educación que obliga a todas las escuelas primarias a conmemorar la fecha con actos y actividades.
La historia del símbolo se remonta a las primeras luchas por la independencia argentina. Belgrano instauró la escarapela para sus tropas en 1812, aunque existen versiones que ubican el uso de los colores blanco y celeste en las invasiones inglesas de comienzos del siglo XIX o incluso antes, como símbolo de los patriotas durante la Revolución de Mayo de 1810. La escarapela se ubica en el lado izquierdo del pecho, cerca del corazón, y su uso está presente durante las fechas patrias más importantes.