El ex director de Aduanas, Guillermo Michel, lanzó hoy una severa advertencia sobre el rumbo económico del país, afirmando que el Fondo Monetario Internacional (FMI) le otorgó un "préstamo político" al Gobierno para asegurar su estabilidad hasta las elecciones. Michel cuestionó duramente el creciente nivel de endeudamiento y el costo financiero que representará para el futuro de Argentina.
Según Michel, este "préstamo político" asciende a 20.000 millones de dólares, y el FMI continúa con los desembolsos a pesar de que "no se cumple ningún objetivo" por parte del Gobierno. La situación es alarmante, ya que Argentina "le debe al Fondo Monetario el 10% de su PBI", y se estima que la deuda total alcanzará casi los 60.000 millones de dólares cuando finalicen todos los desembolsos. El problema es que "la plata la vamos a tener que devolver todos los argentinos".
El panorama de devolución de esta deuda es complejo. Michel señaló que las "barras de vencimiento" o "torres del pago de capital" a partir de 2027 son "muy difíciles de pensar cómo se va a devolver", lo que genera incertidumbre sobre el cronograma de evolución o las condiciones futuras. En este contexto, el exfuncionario identificó dos "anclas" económicas: los salarios, que "están corriendo atrás de la inflación", y el dólar, que al estar "pisado" o atrasado, provoca la "destrucción de la industria argentina".
La combinación de un dólar estancado, una inflación en dólares "altísima" y un ajuste severo de precios relativos (luz, gas, alquileres, impuestos provinciales) hace que "no solo se haga muy difícil exportar, sino que también se hace difícil producir". Michel advirtió que Argentina se encamina a un "modelo de peruanización de la economía". Este escenario implicaría la existencia de "pocos sectores con mucha potencia", un "círculo muy reducido" de personas con alto poder adquisitivo, y el resto de la población como "prestadores de servicios y sin capacidad de consumo".
Para evitar esta situación, Michel sugirió que Argentina debería emular las prácticas de países como Estados Unidos, que "protege su industria", "aplica aranceles a la producción de otros países" y asegurar "energía barata a la industria local". Su análisis subraya la necesidad de un cambio de rumbo para proteger la producción nacional y evitar un deterioro social y económico aún mayor.





