Como casi siempre ocurre, hay términos usados en el lenguaje ocasional que se van arraigando hasta que – muchas veces – se termina perdiendo el rastro de su origen. No siempre queda clara la idea primaria que volcó a un grupo de personas a usar un vocablo para referirse a una situación determinada, de las que es preferible aludir antes que nombrar.
Algo de esto sucedió con el significado que en Argentina se le ha dado a la palabra “crotera” que llega hasta el Siglo XXI en el uso coloquial para referir a una dura situación económica, a la escasez de recursos, en general. Seguramente muchos de los que aún la utilizan ignoran cómo llegó a sumarse al entendimiento general de esta sociedad este sinónimo de pobreza extrema.
Para hacerlo hay que hablar primero de los “linyeras”, personajes que aparecieron reconocidos como tal en los primeros años del siglo XX y que, por lo general, eran hombres que se desplazaban caminando o viajando escondidos en los trenes; yendo de una ciudad a otra sin trabajo fijo ni muchas intenciones de establecerse. De tal manera que entonces se reconocía que el “linyera” quería libertad, independencia y soledad. Su nombre se derivó de «lingerie», un vocablo francés destinado a designar a la ropa interior que tenía en sus atados. Los linyeras llevaban al hombro un prolijo paquete cuadrangular que también los italianos denominan «lingera». Además portaban la «bagayera», palabra derivada del español «bagaje» o del italiano «bagaglio», que quiere decir equipaje. Eso era un atado de tamaño menor donde guardaban tal vez una pava para calentar el agua de los infaltables mates y, en algunos casos sus cubiertos y un plato hondo enlozado.
Dos personajes de historieta que tuvieron estatua: Diògenes y el Linyera.
Para comprender cabalmente lo que representaban en la sociedad de entonces estos personajes, hay que recordar que en julio de 1945 se inscribió en SADAIC “La canción del linyera”, compuesta por Antonio Lozzi con letra de Ivo Pelay. Esta obra fue una de las más cantadas por décadas ya que la popularizó Antonio Tormo y la mantuvo en su repertorio en cuanto festival fue invitado. En la letra se hace una fresca descripción de esos “trotamundos”. Un fragmento detalla: “Van los linyeras todos los días/ Ellos no saben de dolor/ Y en cada boca hay un cantar/ Que a gritos dicen sus alegrías”.
Mientras crecía esa imagen de la libertad asociada al vagabundear hubo quienes opinaron todo lo contrario, condenando esta opción de vida. Entre ellos estaba José Camilo Crotto, un productor ganadero que llegó al Gobierno de ciudad de Buenos Aires y desde ese cargo, promulgó una ordenanza municipal que castigaba con prisión menor a todo individuo que circulara por las calles, con aspecto “inadecuado”. Su legislación buscaba castigar a los linyeras. Pero claro, así como había linyeras a los que el trabajo fijo no les interesaba, también había quienes sí buscaban trabajo y tenían aspecto parecido, porque eran muy pobres y aunque algunos se asentaban en los márgenes de la gran capital argentina, cada tanto partían hacia el campo para la temporada de las cosechas. Cuando sus asesores le advirtieron esa situación, el mismo Crotto promulgó otra ley en la cual se permitía viajar gratis en los trenes que partían desde Buenos Aires al interior del país a estos “trabajadores golondrinas”.
Una "crotera", tal como se las veìa a mediados del SIglo XX.
En todo el país, las vías ferroviarias mostraron entonces a muchas de estas personas viajando en vagones de cargas o inclusive sobre los techos para llegar a sus diferentes destinos. Los ferroviarios y algunos maquinistas que no estaban muy contentos con las leyes implementadas, cada vez que enganchaban a un trabajador golondrina le decían de forma despectiva: “Dale nomás, seguí así que vos viajas por Crotto”, en alusión al gobernante. Pero también, en algunas estancias ubicadas a la vera de los caminos o rutas se construían pequeñas casitas para darles refugio a los trabajadores golondrinas. Una vez más, el apellido del gobernante dio pie a que se empezara a hablar de “crotera”, el lugar donde se refugiaban esas personas.
Con el avance de la industrialización, esos puestos de trabajo temporales fueron desapareciendo. El trabajo rural fue menguando, pero muchos seguían utilizando los favores de dicha Ley. Eran los linyeras. También avanzó en la sociedad y – fundamentalmente – en los medios de comunicación la mirada despectiva sobre ellos. Entonces, pasaron a ser sinónimos linyera y croto, para describir a cualquiera que estuviera vestido con harapos o ropa sucia.
Así hasta esta tercera década del Siglo XXI que estamos transitando, llega el uso del adjetivo “croto” para alguien que sufre una pobreza extrema. Por consiguiente, la “crotera” dejó de ser un refugio para ser reconocida como un estado de situación de escasez monetaria.







