Un joven de 25 años fue víctima de un atroz robo de criptomonedas, un caso que ha captado la atención provincial por la novedad del activo y la terrible modalidad utilizada. La víctima, cuya identidad se resguarda, fue secuestrada y torturada en su propio domicilio para revelar la contraseña de su billetera virtual. De allí, los delincuentes le sustrajeron la cuantiosa suma de 120.000 dólares. El joven expresó su "impotencia" porque los verdaderos responsables aún no han sido detenidos.
El escalofriante suceso ocurrió mientras el joven dormía. Los asaltantes irrumpieron en su domicilio de dos pisos y lo mantuvieron cautivo durante dos horas y media, casi tres. Durante este lapso, lo vendado y lo torturaron severamente: lo golpearon con la culata de una pistola, lo que le "abrieron la frente, le reventaron el ojo, le rompieron un diente". Para instigar aún más miedo, los delincuentes incluso "gatillaban" la pistola sobre él, a pesar de no tener balas en la recámara.
El objetivo principal de los agresores fue su teléfono celular, donde el joven tenía sus criptomonedas. Una vez que consiguieron la información deseada, lo dejaron en su casa con la pierna atada a una sábana, las manos con precinto, la frente abierta y fuertemente golpeado. A pesar de que los ladrones amenazaron a su hermano y a su madre para disuadirlo de denunciar, el joven, quien logró salir de su domicilio solo con un bóxer y fue auxiliado por una vecina, decidió radicar la primera denuncia, dando inicio a la investigación policial.
La víctima reveló que conoce personalmente a uno de los detenidos, identificado con la inicial "F.", quien sabía de sus transacciones en criptomonedas y fue quien se encargó de recibir y distribuir el dinero robado. Sospecha que un amigo "que por ahí habla mucho, habla de más" podría haberlo "entregado", aunque cree que no fue con mala intención directa. El joven, quien opera en el mercado de criptomonedas desde la pandemia, perdió la totalidad de sus inversiones en este robo. Afirma ser "una de las personas que más aportó a la investigación", rastreando las transacciones por su cuenta para la policía. Además, desmintió categóricamente cualquier vínculo con una modelo que vendía contenido para adultos, aclarando que ella era pareja o amiga cercana de "F." y también fue detenida.
La experiencia dejó al joven con una profunda sensación de impotencia, al ver que "hay personas que están libres que tienen un alto grado de participación con el caso" y que "es muy extraño todo eso". Este suceso no solo representa una pérdida financiera total para la víctima sino que también destaca la creciente peligrosidad de los crímenes relacionados con activos digitales, donde la violencia extrema se utiliza para extorsionar las contraseñas de las billeteras virtuales.
