En el interior del Chaco, "Bicicletas Ariel" es la última fábrica de bicicletas que sigue en pie, enfrentando enormes desafíos económicos. Su propietario, Ariel Ávalos, describe la situación como alarmante y asegura que mantenerse a flote ha sido posible gracias a la confianza y colaboración con sus empleados. "Todos le ponemos el hombro para seguir adelante", explica, destacando la importancia de los acuerdos basados en relaciones laborales de años.
Uno de los mayores problemas que enfrenta la industria es la competencia desleal causada por la apertura indiscriminada de importaciones y el contrabando desde Paraguay. Según Ávalos, estas bicicletas importadas, muchas veces subsidiadas o de procedencia ilegal, se venden al mismo precio que las fabricadas localmente, lo que pone en desventaja a los productos nacionales. "No se puede comparar lo que hacemos aquí con un producto que no paga impuestos", denuncia.
Además, Ávalos señala cómo la abrumadora carga impositiva afecta a los fabricantes locales. "Si le quitamos los impuestos, podríamos bajar el precio de nuestras bicicletas hasta en un 30%”, asegura. Mientras tanto, los productos importados ingresan sin costos adicionales, agravando la desigualdad en el mercado. Estas políticas, dice, tratan a las Pymes como si fueran grandes corporaciones, sin considerar el impacto local.
El efecto multiplicador de esta fábrica va más allá de su producción. Cada bicicleta que vende "Bicicletas Ariel" moviliza a transportistas, pequeños comercios y trabajadores locales. En contraste, el contrabando genera escaso empleo y reduce la actividad económica regional. “Si dejamos de producir, muchas otras personas también pierden oportunidades”, reflexiona Ávalos.
El caso de "Bicicletas Ariel" refleja la realidad de muchas Pymes argentinas, atrapadas entre políticas que favorecen las importaciones y un sistema fiscal asfixiante. A pesar de los obstáculos, Ávalos se mantiene firme, luchando no solo por su negocio, sino por el sustento y desarrollo de su comunidad.