Desde la Delegación Regional del INTA confirmaron la detección de la peor plaga del algodonero en muchas zonas de la provincia del Chaco. “Aunque fue una constante durante todo el año, preocupa que fue mayor el registro en los últimos dos meses” advirtieron los especialistas.
Considerada la plaga más dañina del cultivo del algodón en América Latina, el picudo se caracteriza por su enorme potencial de destrucción que impacta en la reducción de los rendimientos afectando directamente a los costos de la producción. A partir de las tareas de rutina de monitoreo de la plaga, técnicos del INTA advirtieron una elevada presencia de picudo algodonero en los últimos dos meses y ofrecieron estrategias de manejo y control para reducir el impacto.
Desde la Estación ubicada en Sáenz Peña, el INTA planteó que “la presencia de adultos de picudo del algodonero en las trampas de captura instaladas para su monitoreo en la región fue una constante durante todo el año. Los registros presentan valores muy elevados con 10 picudos por trampa por semana durante los últimos dos meses. Las razones de esta situación están directamente relacionadas con el exceso hídrico a la que fue expuesta la región (históricas inundaciones por lluvias desde enero hasta mayo), sumada a la falta de piso que dificultó el ingreso de la maquinaria necesaria para la destrucción del rastrojo. “El efecto de que hayan quedado lotes sin cosechar y/o sin destruir sobre el final de la última campaña 2018/19 ha sido precisamente la elevada población de picudos dispuestos a sobrevivir en la entrezafra”, explicaron los técnicos.
Frente a este panorama, el INTA recomendó que los productores se mantengan en alerta en cada etapa del cultivo, atentos a los registros de trampas de feromonas, al principio, y al monitoreo de órganos fructíferos sobre plantas en el lote para decidir oportunamente las más adecuadas acciones de control. Para ello, consideran tres pasos clave: la organización, el monitoreo y el manejo integrado. Cuando el cultivo está próximo a la madurez, las trampas vuelven a ser efectivas y por eso se sugirió instalarlas unos 60 días antes de la siembra en el perímetro de los lotes, cada 100 a 200 metros. Allí se coloca una feromona que debe cambiarse cada 21 días y deben ser revisadas para ir registrando lo que ocurre cada siete días.