Cada 22 de diciembre se celebra el Día Mundial del Termómetro, una fecha que recuerda la importancia de un instrumento que marcó un antes y un después en la historia del conocimiento, ya que antes de su invención el calor y el frío se describían únicamente a partir de sensaciones subjetivas y no podían compararse de manera objetiva.
La posibilidad de asignar valores numéricos a la temperatura permitió establecer patrones, comparar fenómenos y desarrollar avances científicos decisivos, convirtiendo al termómetro en una herramienta fundamental para la consolidación del método científico y para el progreso de disciplinas como la física, la química y la biología.
La conmemoración se realiza en homenaje al nacimiento de Galileo Galilei, ocurrido el 22 de diciembre de 1564, quien desarrolló uno de los primeros dispositivos capaces de mostrar variaciones térmicas, conocido como termoscopio, un antecedente clave que sentó las bases para el posterior desarrollo del termómetro moderno.
A partir de los siglos XVII y XVIII, el instrumento fue perfeccionándose con la incorporación de líquidos como el alcohol y el mercurio, la creación de escalas estandarizadas como Fahrenheit, Celsius y Kelvin, y más adelante con el avance tecnológico que dio lugar a termómetros digitales e infrarrojos utilizados en ámbitos científicos, industriales y domésticos.
En la actualidad, el termómetro es un aliado indispensable tanto en la salud como en la vida cotidiana, ya que permite diagnosticar enfermedades, monitorear el clima, regular sistemas de calefacción y refrigeración y analizar fenómenos vinculados al cambio climático, reafirmando su vigencia como una herramienta silenciosa pero esencial para comprender y cuidar el entorno.
