En una nueva columna en Radio Facundo Quiroga, el psicólogo social Carlos Frette explicó cómo los roles familiares juegan un papel fundamental en la construcción de la identidad de cada miembro de la familia. Durante su intervención, destacó que la familia debe entenderse como un sistema, en el que los cambios o conflictos de uno de sus miembros impactan en los demás. Según relató, el proceso de conformación de la identidad comienza desde la infancia, cuando cada integrante adopta y representa un rol, como el de papá, mamá, hermano, o abuelo, estableciendo una base que influirá en su comportamiento a lo largo de la vida.

El psicólogo también abordó las consecuencias de los roles mal definidos dentro del hogar, como el impacto de la violencia, la indiferencia o el maltrato. Según él, estos comportamientos disfuncionales afectan la capacidad de resolución de conflictos en el día a día, generando bloqueos emocionales y conductuales en los hijos. "Lo que le pase a uno de una u otra forma también repercute en lo que le pasa a otro integrante de la familia", indicó, haciendo hincapié en que las adicciones, trastornos alimentarios o conductas disruptivas a menudo son señales de problemas no resueltos en los vínculos familiares.

En cuanto a la influencia de los roles sobre la conducta, Frette resaltó que los niños y adolescentes, al desarrollar su identidad, suelen replicar conductas de sus padres, ya sea de manera consciente o inconsciente. "Muchos sufren y por eso no quieren repetir la historia de sus padres", comentó, pero también existen casos en los que, debido a una "codependencia" o apego emocional, un joven repite patrones disfuncionales, como el caso de un hijo que imita los comportamientos de un padre alcohólico. Este proceso no es sencillo ni lineal, y está condicionado tanto por factores personales como sociales.

El psicólogo subrayó que los roles familiares no son los únicos factores que inciden en la conducta de los miembros de la familia. También hay un componente social e institucional que influye en el comportamiento de los individuos. "La socialización secundaria, a partir de los 6 años, expone al niño a otros ambientes como la escuela y los amigos, lo que aporta nuevas perspectivas", explicó. El aprendizaje fuera del hogar es clave para el desarrollo de la personalidad, pero las experiencias vividas dentro de la familia son las que constituyen la base de esa identidad.

Finalmente, Frette reflexionó sobre la sobreprotección, un fenómeno común en muchas familias. Aunque las intenciones de proteger a los hijos son bienintencionadas, advirtió que la sobreprotección puede ser perjudicial, ya que priva a los niños de vivir experiencias que les permitan aprender de sus frustraciones y desafíos.