El 8 de diciembre es un día especial para muchos, ya que se celebra la festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, un feriado nacional en diversos países. Pero, además, es el día en que tradicionalmente se arma el árbol de Navidad, una costumbre que marca el inicio de las fiestas navideñas.
Este acto de decoración no solo está relacionado con el espíritu cristiano, sino que también simboliza la unión familiar y el agradecimiento por lo vivido durante el año. En muchos hogares, el árbol de Navidad será instalado en este día y se mantendrá hasta el 6 de enero, cuando se celebra el Día de los Reyes Magos, con el cual se da por terminada la temporada navideña.
La tradición de armar el árbol de Navidad tiene su origen en las antiguas celebraciones nórdicas del solsticio de invierno. En esas culturas, se acostumbraba talar robles y llevarlos al hogar para adornarlos con frutas y velas. Esta práctica tenía como fin rendir homenaje a los dioses y asegurar el regreso del sol al inicio del nuevo ciclo. Con la llegada del cristianismo, la costumbre se adaptó para representar el nacimiento de Jesucristo.
Además de su vínculo con las tradiciones paganas, el árbol de Navidad se convirtió en un símbolo del amor a Dios y un punto de encuentro para las familias, donde se ofrecen oraciones y se comparten momentos de alegría. La fecha también guarda una profunda conexión con la fe cristiana, ya que el 8 de diciembre se conmemora el dogma de la Inmaculada Concepción, que sostiene que la Virgen María fue concebida sin pecado original, una creencia que se ha transmitido a lo largo de los siglos dentro de la Iglesia Católica.
Así, cada 8 de diciembre, más allá de la religiosidad, se renuevan las esperanzas y se celebran los lazos familiares, mientras el árbol de Navidad ocupa su lugar central en los hogares de miles de personas, esperando la llegada de la Navidad y el Año Nuevo.