La adolescencia es una etapa de intensos cambios físicos, emocionales y sociales. Este proceso de transición hacia la adultez genera desafíos únicos, especialmente en lo relacionado con la sexualidad. Según el sexólogo Adrián Rosa, la comunicación en el ámbito familiar es clave para guiar a los adolescentes y brindarles el apoyo necesario.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la adolescencia como el periodo entre los 10 y los 19 años. Durante este tiempo, el desarrollo hormonal despierta interés y curiosidad por la sexualidad. Rosa explica que fenómenos como las erecciones o las poluciones nocturnas en los varones, y las sensaciones placenteras derivadas del frotamiento en las mujeres, son normales y deben ser comprendidos sin prejuicios.

“La familia debe ser el primer punto de información. Es fundamental responder con datos reales y generar un vínculo de confianza”, destacó Rosa. Añadió que una buena comunicación no debe basarse en interrogatorios ni restricciones, sino en escuchar y hablar de temas como la menstruación, las erecciones y las relaciones afectivas de forma respetuosa.

El especialista también subraya la importancia de las consultas médicas desde los 10 o 13 años, independientemente de si los jóvenes ya han iniciado su vida sexual. En el caso de las mujeres, estas consultas permiten resolver dudas sobre la menstruación y el desarrollo mamario. En los hombres, un pediatra o un sexólogo pueden monitorear el desarrollo hormonal. Asimismo, ambos sexos deben recibir información sobre anticoncepción y prevención de infecciones de transmisión sexual.

Sobre el inicio de las relaciones sexuales, Rosa aconseja que los adolescentes estén preparados para tomar decisiones informadas, sin presiones ni apresuramientos. “El momento debe ser deseado y consensuado, y es crucial hablarles sobre la importancia de los vínculos afectuosos y respetuosos”, explicó.

Finalmente, Rosa advirtió sobre señales que pueden indicar problemas, como cambios drásticos en la conducta, el rendimiento académico o los hábitos alimenticios, muchas veces influenciados por ideales irreales de belleza en redes sociales. “La familia debe estar atenta y acompañar al adolescente en todo este proceso”, concluyó.