22 años sin Obediencia Debida ni Punto Final: el quiebre histórico del fin de la impunidad legal

4 de junio 2025, 11:19hs

El abogado penalista José René Galassi reflexionó en Radio Facundo Quiroga sobre los 22 años que pasaron desde la derogación de la Ley de Obediencia Debida y su impacto en la historia reciente de la Argentina. La conversación giró en torno al significado político, judicial y ético de esa normativa que, junto con la Ley de Punto Final, frenó durante años los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar.

"La Ley de Obediencia Debida, sancionada en plena democracia, fue una herramienta legal para garantizar la impunidad", explicó. Aprobada en 1987 como la ley 23.521, esta norma establecía que los militares de menor rango no eran responsables por los crímenes cometidos si actuaban bajo órdenes superiores. Solo se hacían excepciones en casos de "crueldad o perversidad extrema". Para Galassi, esto significó “una profunda indignación en organismos de derechos humanos y una afrenta a la justicia”.

El letrado destacó que esta legislación fue una respuesta política del gobierno de Raúl Alfonsín frente a las amenazas de sectores militares, como los levantamientos de los “carapintadas”. "Fue una forma de garantizar gobernabilidad en un contexto frágil, pero tuvo un alto costo ético", afirmó. También recordó que la derogación de estas leyes llegó recién en 2003 con Néstor Kirchner, quien impulsó la nulidad de ambas normas a través de la ley 25.779. Dos años más tarde, la Corte Suprema declaró su inconstitucionalidad.

Consultado por las razones de la demora en revertir la impunidad, Galassi fue contundente: “Hubo connivencia política, momentos de silencio cómplice, decisiones que se evitaron por conveniencia”. Al referirse a la actualidad, criticó la iniciativa de la vicepresidenta Victoria Villarruel, que busca una suerte de "indulto social" hacia los represores: “Eso sería un retroceso. No se puede hablar de justicia si permitimos que se borre lo que costó tanto recuperar”.

Finalmente, el abogado subrayó la importancia de incorporar este debate en la educación: “No se trata de adoctrinar, sino de enseñar a pensar. La memoria no es ideología, es una herramienta para que no repitamos los errores del pasado”. Cerró con cuatro frases que invitan a la reflexión: “No hay obediencia posible frente al crimen, sin justicia no hay democracia plena, la memoria no es venganza, es futuro, y cada 4 de junio recordamos que las leyes también pueden esconder impunidad”.

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